miércoles, 14 de octubre de 2015

Lo que no entendió Pastore

La ausencia de Leo Messi, en cualquier combinado, es un suceso que provoca consecuencias directas y elevadas en el grupo. Si se trata de la selección argentina, esto se incrementa. Desde su productividad con y sin balón en el juego colectivo del equipo, el cual varía con él dentro de la cancha, hasta asuntos aparentemente menores. Pero de relevancia destacada. Así, el encuentro de Argentina ante Paraguay provocó que 'Tata' Martino esté discutido, más aún, y que Pastore llevara la camiseta número '10'. A tenor de lo vislumbrado por el jugador del PSG durante 67 minutos de juego, un sacrilegio.

La albiceleste salió con una formación propia al 4.2.3.1, invariable y excesivamente estático. La ubicación espacial de Pastore, teóricamente, era la mediapunta, lugar donde confluye el jugador entre los mediocentros y defensas rivales. Zona de inmediato peligro para generar ocasiones de gol, bien sea finalizando jugadas llegando desde segunda línea o aportando pases interiores para los delanteros o los extremos, centrados tras realizar las pertinentes rupturas diagonales hacia el área rival. Sin embargo, su actuación estuvo marcada por la exhibición de errores tácticos, tanto de ubicación como de interpretación del juego. Algo que, obviamente, disminuyó el caudal ofensivo de Argentina y, con ellos, sus opciones de conseguir la primera victoria en la fase de clasificación para el Mundial de 2018 en Rusia.
















Lo cierto es que Pastore ni jugó como mediapunta ni como segundo delantero. Esas dos variantes, posibles de efectuar en el territorio que le concedió Martino ante Paraguay, no fueron llevadas a cabo por el jugador argentino. Se le vio situarse a la misma altura que Tévez, la referencia del ataque, e incluso como punta de lanza en el ataque argentino, ubicándose junto a los centrales rivales en la marca del fuera de juego que tiraban los mismos. Si se atiende a la confección del doble pivote de la selección, formado por Kranevitter y Mascherano, las repercusiones negativas son mayores.

El primero, imberbe y de estreno en la máxima categoría, fue el encargado de guardar la posición, al puro estilo del '5' argentino. Ello deparó en que el 'jefecito' tuvo que asumir funciones de organizador, siendo el encargado de conectar con los jugadores ofensivos del equipo. Y, como no podía ser de otra manera, las pérdidas de balón de Argentina aumentaron considerablemente. De hecho, hasta se vislumbró a Mascherano en situaciones inéditas en su carrera deportiva. Esto es: cerca del área rival, viéndose obligado a finalizar jugadas con disparos desde fuera del área o aportando envíos laterales a los extremos.















En ningún momento Pastore se ofreció en el centro del campo para ayudar a generar fluidez en la circulación de balón. No retrasó su posición unos metros para estar más en contacto con el esférico, recurso habitual de cualquier mediapunta que no está siendo decisivo en el partido. Todo lo contrario: con cada complicación en la salida de balón para cualquiera de los dos mediocentros, su recurso fue juntarse a los defensas rivales, colocarse a la misma altura que Tévez y esperar pases aéreos y de largo recorrido. Algo previsible para la defensa paraguaya y fácil de minimizar.


A pesar de llevar la '10', Pastore ofreció la impresión de querer ser el finalizador de las jugadas, más que el generador de ellas. En primera instancia, desconociendo las pautas establecidas y dictadas por Martino a su jugador, eso fue una decisión propia e inadecuada. Con la entrada de Dybala, minutos más tarde de que Pastore abandonara el terreno de juego, se vio por primera vez la silueta de un jugador que se retrasaba para confluir en las transiciones con balón. Una pauta de juego totalmente diametral de la presenciada anteriormente.



La distancia entre el doble pivote de Argentina y los futbolistas atacantes fue, por tanto, muy amplia. El equipo se partía, de manera perenne, por la errónea colocación de un efectivo. Precisamente del responsable de aunar las dos fases del juego de la selección. Sin la presencia de un mediocentro capaz de llevar el peso del juego ni aportar la salida de balón pertinente, Argentina fue incapaz de generar otra dirección a los envíos que la lateral. La previsibilidad de la selección fue extrema y la aportación de Pastore nula.