La
ausencia de Leo Messi, en cualquier combinado, es un suceso que
provoca consecuencias directas y elevadas en el grupo. Si se trata de
la selección argentina, esto se incrementa. Desde su productividad
con y sin balón en el juego colectivo del equipo, el cual varía con
él dentro de la cancha, hasta asuntos aparentemente menores. Pero de
relevancia destacada. Así, el encuentro de Argentina ante Paraguay
provocó que 'Tata' Martino esté discutido, más aún, y que Pastore
llevara la camiseta número '10'. A tenor de lo vislumbrado por el
jugador del PSG durante 67 minutos de juego, un sacrilegio.
La
albiceleste salió con una formación propia al 4.2.3.1, invariable y
excesivamente estático. La ubicación espacial de Pastore,
teóricamente, era la mediapunta, lugar donde confluye el jugador
entre los mediocentros y defensas rivales. Zona de inmediato peligro
para generar ocasiones de gol, bien sea finalizando jugadas llegando
desde segunda línea o aportando pases interiores para los delanteros
o los extremos, centrados tras realizar las pertinentes rupturas
diagonales hacia el área rival. Sin embargo, su actuación estuvo
marcada por la exhibición de errores tácticos, tanto de ubicación
como de interpretación del juego. Algo que, obviamente, disminuyó
el caudal ofensivo de Argentina y, con ellos, sus opciones de
conseguir la primera victoria en la fase de clasificación para el
Mundial de 2018 en Rusia.
Lo
cierto es que Pastore ni jugó como mediapunta ni como segundo
delantero. Esas dos variantes, posibles de efectuar en el territorio
que le concedió Martino ante Paraguay, no fueron llevadas a cabo por
el jugador argentino. Se le vio situarse a la misma altura que Tévez,
la referencia del ataque, e incluso como punta de lanza en el ataque
argentino, ubicándose junto a los centrales rivales en la marca del
fuera de juego que tiraban los mismos. Si se atiende a la confección
del doble pivote de la selección, formado por Kranevitter y
Mascherano, las repercusiones negativas son mayores.
El
primero, imberbe y de estreno en la máxima categoría, fue el
encargado de guardar la posición, al puro estilo del '5' argentino.
Ello deparó en que el 'jefecito' tuvo que asumir funciones de
organizador, siendo el encargado de conectar con los jugadores
ofensivos del equipo. Y, como no podía ser de otra manera, las
pérdidas de balón de Argentina aumentaron considerablemente. De
hecho, hasta se vislumbró a Mascherano en situaciones inéditas en
su carrera deportiva. Esto es: cerca del área rival, viéndose
obligado a finalizar jugadas con disparos desde fuera del área o
aportando envíos laterales a los extremos.
En
ningún momento Pastore se ofreció en el centro del campo para
ayudar a generar fluidez en la circulación de balón. No retrasó su
posición unos metros para estar más en contacto con el esférico,
recurso habitual de cualquier mediapunta que no está siendo decisivo
en el partido. Todo lo contrario: con cada complicación en la salida
de balón para cualquiera de los dos mediocentros, su recurso fue
juntarse a los defensas rivales, colocarse a la misma altura que
Tévez y esperar pases aéreos y de largo recorrido. Algo previsible
para la defensa paraguaya y fácil de minimizar.
A
pesar de llevar la '10', Pastore ofreció la impresión de querer ser
el finalizador de las jugadas, más que el generador de ellas. En
primera instancia, desconociendo las pautas establecidas y dictadas
por Martino a su jugador, eso fue una decisión propia e inadecuada.
Con la entrada de Dybala, minutos más tarde de que Pastore
abandonara el terreno de juego, se vio por primera vez la silueta de
un jugador que se retrasaba para confluir en las transiciones con
balón. Una pauta de juego totalmente diametral de la presenciada
anteriormente.
La
distancia entre el doble pivote de Argentina y los futbolistas
atacantes fue, por tanto, muy amplia. El equipo se partía, de manera
perenne, por la errónea colocación de un efectivo. Precisamente del
responsable de aunar las dos fases del juego de la selección. Sin la
presencia de un mediocentro capaz de llevar el peso del juego ni
aportar la salida de balón pertinente, Argentina fue incapaz de
generar otra dirección a los envíos que la lateral. La
previsibilidad de la selección fue extrema y la aportación de
Pastore nula.