domingo, 21 de abril de 2013

Super Sunday


Super Sunday. Another one. Y con sendos partidos decidiendo las aspiraciones de cada protagonista para clasificarse a competiciones europeas. Aquéllas que todos anhelan al inicio de la temporada y ésas que cuadran tantas tablas de resultados económicos. En Inglaterra la batalla por ocupar cuatro puestos supera a la terna que se presenta y, por extensión, ocurre lo mismo por los cinco primeros. Quizás se deba al nivel. Quizás a la amplia gama de variantes en la paleta futbolística. Pero lo cierto es que ese another one tilda estas jornadas de especiales. Sin ser únicas.

La reaparición de G. Bale se producía en White Hart Lane. Tras ver cómo su equipo quedaba eliminado, en su ausencia, de la UEFA Europa League y con la necesidad imperiosa de conseguir una victoria ante la escuadra de Roberto Mancini. El margen de error, llegado Abril, es mínimo, casi inexistente, y las cuentas siempre se realizan contabilizando los partidos propios como victorias. Aunque la empresa sea compleja. Como en esta ocasión. El Tottenham de André Villas-Boas no hace distinciones entre lo inesperado y lo inalcanzable. Hasta que no se produzca tal definición, lo realizable es elogiable. Y adecuado.

Posición Barry - Y. Touré

Como ya ocurriera en la SemiFinal de FA Cup, Y. Touré actuó unos metros retrasado respecto a G. Barry. No excesivos pero sí visibles en varios momentos del partido. Es necesario matizar que no fue una tónica perenne en la totalidad del partido pero la visualización de tal hecho se torna como diferente a la expresada en anteriores campañas. Si en esas referidas el africano fue elogiado hasta niveles máximos por su rendimiento cerca del área rival, lo que se está presenciando dista en exceso. Normalmente el jugador que poseía el balón era el encargado de aumentar su posición, si bien ninguno de los dos llegó a interactuar en posiciones de ¾ rival. Sea como fuere la opción de utilizar a Y. Touré en el centro del campo se está manteniendo. Incluso contando con Javier García en el banquillo y Silva lesionado.

G. Bale al espacio
En un partido donde no estaba actuando en demasía Bale inicia y culmina siete minutos de máxima categoría. Habitando, curiosamente, en banda derecha. Aunque su posición de inicio fue la mediapunta, entrada la segunda parte comenzó a mover su ubicación hasta permutar por mencionada banda. Y ahí primero supo aprovechar las superioridades generadas con las subidas de K. Walker para asistir y los espacios que se generaban tras recuperación a la espalda de Clichy para anotar. Dos acciones que fueron diferenciales en un contexto que no era favorable. Pero el galés lo volvió a hacer. Y con su vuelta al terreno de juego la sensación de grandeza aumenta. Acaso aparece. Manchester City ha sido consciente de ello.


Como si fueran conscientes de que el espectáculo ofrecido en el primer periodo no había sido el adecuado, ni el esperado, ni siquiera el permitido; la salida del vestuario de ambos conjuntos fue tan explosiva como estimulante. Por lo que suponía y lo que dejaba entrever que iba a acontecer. Así, el Liverpool tuvo como máximo exponente principal a Sturridge, recién incorporado a la contienda. Su participación junto a Luis Suárez se hizo con los dos jugadores en el centro del ataque, compartiendo horizontal y conjuntándose en desmarques y movimientos.

Espacios segunda línea
Espacios entre defensas





























Suárez no es "9". Ni "10". Pero interactúa como ambos. Quizás razón matriz. Daniel no es "9". Ni extremo. Pero permuta. Complementariamente. Y la mejoría de los locales tuvo mucho que ver con estas puntualizaciones. Si bien es cierto que el Chelsea no argumentó en exceso en fase ofensiva, lo llamativo fue visualizar cómo aprovechaba dos jugadas a balón parado para situarse por delante en el marcador. Más allá de eso, nulidad. De hecho su actuación defensiva en el segundo tiempo tuvo varios momentos contraproducentes. Por lo que supusieron y lo que permitían.

Dos goles se debieron, en gran medida, a los espacios concedidos entre los centrales. Ahí tanto Sturridge como L. Suárez supieron sacar beneficio máximo para su equipo. Pero la productividad pudo ser mayor porque, en clara relación con ello, la llegada desde segunda línea también se veía autorizada. Obi Mikel y Ramires se encargaban de defender en área propia cuando la llegada del Liverpool se producía en número y la descoordinación habilitaba espacios. Ese síntoma de trato defectuoso acabó costando una victoria vital para la lucha por las plazas en la máxima competición europea. La capacidad para dominar un partido sin ofrecer y sin sufrir se vio por parte del Chelsea en los primeros 45 minutos. No enough. 

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