lunes, 8 de abril de 2013

Cuando mantenerse es esperanzador


Visitar el Artemio Franchi nunca es una tarea fácil. Máxime si se expone la temporada de los locales como gustosa y su hacer en feudo propio como adecuado. Porque el AC Milan es uno de los mejores equipos italianos en el presente año. De no producirse tal situación, la radicalización sería opuesta. Con todo lo que eso conlleva. Y a partir de ello, que no así, se plantaba el conjunto de M. Allegri para encarar el primero de los tres encuentros de elevada exigencia que afronta. De manera consecutiva. Con la (ansiada) plaza de UEFA Champions League en juego.

De inicio la presión de Montolivo fue llamativa y elevada. Muy elevada. Tanto que su función en campo propio era marcar a Pizarro, el mediocentro posicional rival. El jugador del equipo contrario que se coloca en la misma posición que el italiano. Los metros que debía transitar eran bastante amplios y el desequilibrio en la zona central se producía, por tanto, con cada acción defensiva por marcaje individual. Pero, de forma directa, surtió efecto sobre la actuación de la Fiorentina. Sobre el devenir del partido, finalmente. Es evidente que lo positivo de tal decisión se centra en la recuperación del protagonista sobre Pizarro y el posterior gol, pero más importante para la totalidad del partido fue el continuo problema sistemático (y sintomático) que esto acarreaba.

Presión Montolivo

El recurso del balón aéreo con los centrales del equipo local como autores se tornó como un recurso recurrente. Y en un contexto donde el conglomerado se define por un toque de balón continuo, metódico y variable; las consecuencias no se sitúan en una concepción optimista. Ni Aquilani ni Borja Valero eran protagonistas con y sin el balón. Realmente pocas situaciones pueden ser más dañinas para el conjunto de Montella que la expuesta, puesto que se enhebra con otra igual de contraproducente: la falta de un delantero referencia. Fue una constante ver la movilidad de Jovetic y Ljajic en ¾ de campo, buscando la espalda de los centrocampistas rivales, sin un éxito mayor.

ACM en campo propio

No obstante, influenciado por la merma intelectual del juego de Flamini, la presión alta de Montolivo y la carencia de presencia de Muntari; el Milan jugó gran parte del encuentro con la totalidad de sus jugadores en campo propio. De hecho, incluso, la falta de coberturas y marcajes cercanos provocó que los espacios cerca del área propia se habilitaran para los rivales. Los tres hombres ofensivos, a pesar de ubicarse en campo propio, no realizaban una presión que pudiera considerarse como efectiva y el flujo de jugadores de la Fiorentina trataba de generar ocasiones de gol a través de los desajustes defensivos rivales.

Jugando con diez hombres la Fiorentina firmó una de las reacciones más llamativas y estimulantes (para el espectador aficionado) que se recuerdan. Porque la situación se había ampliado negativamente y porque la única opción real de actuación residía en lo ocurrido. Esto es: transiciones rápidas a área rival minimizando las combinaciones con la finalidad de explotar las carencias defensivas. Y en dos situaciones de marca individual, y consiguiente error, el cuadro de Firenze mantuvo las distancias con su principal rival. Existiendo las citas v Napoli y at Juventus para AC Milan lo ocurrido puede resultar decisivo. O simplemente esclarecedor. 

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