domingo, 10 de febrero de 2013

Semplice come ricorrente


Jornada de Sábado en Serie A y, de inicio, dos partidos con unas expectativas elevadísimas. Por el contexto en cada encuentro y la entidad de cada protagonista. Con ello, quizás lo más importante era vislumbrar, de manera definitiva, dónde está situado cada equipo y cuáles son los objetivos exigibles hasta final de temporada. La lucha por el Scudetto, la clasificación a competiciones europeas y la alternativa se daban cita como opciones viables y presentes en la enconada presencia italiana. Porque, como si de sensaciones versara el hecho, a cada uno se definía. Inexorablemente. 

Como ya le ocurriera a la Fiorentina cuando jugó ante Napoli, las distancias entre la zona media y el ataque son muy amplias. Esto se pudo volver a presenciar porque el planteamiento del conjunto de Montella no se asemejó, en ningún porcentaje, al desplegado en el partido de la primera vuelta. Ése en el que, por primera vez, la Juventus fue dominada y zarandeada por un equipo en la competición nacional. Nada más lejos de cualquier similitud lejana, la imagen y actuación en el Juventus Stadium fue inesperada por chocante y deficitaria por su idea.

Sin marca a Pirlo

Cualquier equipo que se enfrente a la Juventus a de saber que gran parte de las opciones del cuadro italiano radican en Pirlo. Es manido y reiterativo pronunciar tal percepción pero no por ello deja de ser importante. Es por esto que la ausencia de marca sobre su persona se pueda definir como un error en la ejecución y lectura del partido notable. Tanta fue la superioridad mostrada en el centro del campo con un solo jugador monopolizando la posesión que los dos interiores, Marchisio y Vidal, actuaron muy cercanos al área rival. No se les requería en zonas más retrasadas. Ni era oportuno ni fue provocado.


La excelente temporada de la Lazio, tras conseguir en forma de Final de Coppa su representación ideal de justicia poética, afrontaba una nueva prueba para evaluar la solidez del conjunto, clave para entender todo lo que está ocurriendo; y su capacidad y aptitud para competir contra los mejores bajo presión. Napoli, a su vez, manejaba el partido siendo consciente de la imperiosa necesidad de ofrecer una imagen compacta y acorde al mensaje que se transmite en las últimas fechas.

Presión en saque de puerta

Desde los primeros instantes la consigna de Petkovic fue propia a una presión elevada en los saques de puerta rivales. Las líneas tan separadas del rival favorecían a la optimización de lo que planeaban los locales: reducción de generación de juego en la línea de tres defensas y recuperación de balón inmediata tras balón aéreo. Así, con este patrón, el primer periodo fue una exhibición de la Lazio llegando a niveles difíciles de maquillar para el sujeto pasivo. Y, además, con nulos atisbos de mejoría. Siquiera reacción.

Cavani retrasado

Este evento lo que provocaba, directamente, era la presencia de Cavani prácticamente en el centro del campo por la inoperancia y la escasez de contacto con el balón que experimentaba el delantero uruguayo. Normalmente este síntoma siempre va asociado a una falta de circulación de balón y a una excesiva amplitud entre líneas. Napoli, equipo roto y sin enlaces que perpetúen la estabilidad, es propicio a tal referencia. Como ha quedado demostrado.

Ataque final Napoli

Pero lo que no se le puede reprochar a Mazzarri es su pasividad. Sean las decisiones más o menos acertadas lo cierto es que no duda en incrementar la presencia de jugadores ofensivos a pesar de que esto favorezca a una reducción, todavía más aguda, de solidez defensiva. Así, con la necesidad imperiosa de modificar el resultado existente, hasta ¡CINCO! jugadores actuaban por delante del balón. La situación era necesaria de contextualización reflejada en la presencia de Calaiò. Probablemente como metáfora de lo presenciado. De la necesidad de un combinado que siempre falla cuando su posición se estrecha con el líder. Con la referencia.

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